domingo, 9 de diciembre de 2007

Lasaña de toro

En esto de las lasañas sucede como en tantas otras recetas de cocina: cada cual hace la suya, y la suya es mejor que la de los demás. Hay quien la hace con jamón de york, o con champiñones, quizás sin bechamel, con tranchetes o con queso rallado... Con dos, tres o cinco capas... Tal vez sólo con vegetales, o de mariscos.

Mi lasaña siempre ha sido muy sencillita, sin alardes ni ingredientes que molesten al comer. Sólo carne picada de ternera, en un sofrito con cebolla bien pochada y tomate. Con abundante queso, y poca bechamel.

En la receta que inauguró este blog, un riquísimo estofado de toro de lidia, os contaba que además de la carne para el estofado compré carne picada de toro... Este fin de semana la he recuperado, y he preparado unas albóndigas de toro y la lasaña que da título a este post. Las albóndigas aún no las he probado, pero la lasaña estaba deliciosa y me ha apetecido compartir con vosotros la receta.

Antes, como siempre, un poco de historia... La palabra "lasaña" proviene del griego "lasanon", a través del latín "lasanum", que se refiere al cazo en el que se cocinaba. La palabra singular en italiano es lasagna y en plural lasagne se aplica indistintamente al plato o a la pasta en forma de láminas. Es un plato fuerte que se suele comer en invierno o en los periodos fríos de la primavera.

Su preparación e ingredientes varían según la región donde se prepare. Debido a la internacionalización del plato, en algunos lugares se le prepara con 2 tipos de salsas, como la de carne picada con salsa de tomate y salsa blanca (A este tipo de lasaña se le suele denominar también Lasaña Boloñesa en honor a la salsa boloñesa (Ragù bolognese) que lleva en su interior.

El propio Cicerón menciona su pasión por el "Lagum", que eran tiras de pasta largas; es muy posible que en esta época los romanos desarrollaron las máquinas para elaborar la pasta de lasaña. Lo más seguro es que hasta el Siglo XVII no apareciera un plato similar a nuestra lasaña al horno.

Mencionar que los "expertos" mencionan que una buena lasaña debe tener cinco capas... la mía la hice con tres.

Bueno, y la receta... Preparada para dos personas, y sobró para comer otro día:

- 300 grs. de carne de toro de lidia, picada.
- 1 cebolla.
- Salsa de tomate frito, casera a poder ser.
- Bechamel (harina tostada en aceite, más leche, pizca de sal y nuez moscada).
- Un poco de buen vino tinto.
- Láminas de pasta para hacer lasaña.

Picar fina la cebolla, y poner a pochar en una sartén con un poco de aceite. Cuando esté bien pochada, subir el fuego al máximo e incorporar la carne picada, desmenuzando bien para que no se apelmace, y removiendo constantemente para que no se queme, hasta que veamos que está bien hecha. Regar con un chorro de vino tinto, sin excesos, removiendo hasta que evapore. Bajar de nuevo el fuego, e incorporar la salsa de tomate, y dejar reducir hasta que espese bastante. El tomate puede estar frito previamente, o freírse junto a la carne.

Mientras el sofrito reduce, podemos poner a cocer las láminas de pasta, siguiendo las instrucciones del fabricante, y preparar la bechamel (acordaros de cocinar la harina... que sino luego sabe a crudo!).

Cuando está todo listo, sólo queda montar la lasaña y hornear... Como siempre, el horno precalentado, a 180º... Engrasar una fuente para horno con mantequilla en la base, cubrir con láminas de pasta, poner encima una capa generosa del sofrito de carne, napar con un poco de bechamel, y terminar con un poco de queso al gusto (rallado, tranchetes, curado, mozzarella... yo usé rallado, que no tenía otro...). Cubrir de nuevo con láminas de pasta, y repetir: sofrito de carne, napado con bechamel, un poco de queso... Y de nuevo, tapar con láminas de pasta, más carne, y si es la última capa, un poco más de bechamel y bastante queso rallado, que irá a gratinar. Podéis poner tantas capas como os permita la altura de la fuente, yo me quedé en tres pero con relleno generoso.

Al horno directamente, a 180º durante el tiempo necesario para que se gratine el queso... 10-15 minutos, vigilando que no se queme, si aguanta un poco más, pues bienvenido sea.

De ahí a la mesa, aunque de un día para otro sale buenísima. El sabor más pronunciado de la carne de toro acompañado del gusto de fondo que deja el vino tinto, unido a no haber utilizado ninguna especia, dan un resultado final diferente e intenso, bastante sabroso. Os animo a probarlo...

¡Salud y buen provecho!

No hay comentarios: